Pueblos Campo de Argañán

Gallegos Argañán: Verracos

Gallegos de Argañán, en vez de uno, tiene dos verracos. Ambos son citados por Jesús R. álvarez Sanchís (7). Se habla de un tercer verraco en manos de un particular en León

a) Verraco nº 1. Actualmente en el Museo Provincial de Salamanca:

Verraco nº 1 de Gallegos de Argañán. Actualmente en el Museo Salamanca

La placa que acompaña al verraco en su ubicación actual, lo sitúa entre el siglo III a.C. y el siglo II d.C.

Jesús R. Álvarez Sanchís en su libro "Los Vetones", lo clasifica como cerdo del tipo 1 (198*90*60 cm). De granito. Dice que la pieza está completa aunque desbastada en el costado derecho y que fue hallada en el solar del pueblo.

La foto de la parte superior de esta página es de este verraco.

Según Luís Sevillano, el verraco fue descubierto por uno de los trabajadores que trabajaban en el arreglo la carretera. Mientras picaba en la cuneta, notó la cantería del verraco y pensó que sería una losa de granito. A consecuencia de esto, al verraco le queda una especie de surco en el lateral derecho, detrás de la paletilla y de arriba abajo.

El verraco estuvo colocado en varios lugares del pueblo. Durante unos años, el verraco estaba en una de las calles por las que pasaban los toros en el encierro de la Romería; los mozos lo usaban como barrera para resguardarse de los toros. Por desgracia, más de una vez terminaban tumbándolo.

Es citado por el Padre Morán (1933), Maluquer (1956), López Monteagudo (1989) y por Jesús R. Álvarez Sanchís.

Además del de Gallegos, este museo expone otro par de verracos de pueblos de Salamanca (Masueco y La Redonda)

b) Verraco nº 2. Actualmente en la exposición existente en el convento de San Francisco y anteriormente en la casa municipal de Cultura, ambos de Ciudad Rodrigo.

Verraco nº 2 de Gallegos de Argañán. Actualmente en el convento de San Francisco de Ciudad Rodrigo

Jesús R. Álvarez Sanchís, lo clasifica como cerdo de tipo indeterminado. De granito. Algunos autores dicen que apareció en el Castro "La Plaza" de este pueblo.

Es citado, también, por Martín Benito (1994).

 

¿Que son los verracos?

Con la denominación popular de verracos, se conoce un conjunto de esculturas de la Edad del Hierro y de época romana que representan, con cierta tosquedad, a cerdos, toros y jabalíes.
Se localizan principalmente en el oeste de la Meseta española (provincias de Cáceres, Salamanca, Zamora, ávila, Toledo y Segovia) y en las comarcas portuguesas de Beira y Trás-os-Montes.

Dichas esculturas se emplazan generalmente cerca de los poblados o en zonas de fuentes y pastos, por lo cual se las relaciona con la economía ganadera característica de aquellos pueblos en la Antigüedad (vettones entre otros).

Se ha supuesto que serían hitos destinados a señalar recursos económicos esenciales; y, también, que tendrían un valor simbólico, como presencias protectoras del ganado y de los castros.

Está constatada igualmente la utilización de algunos de ellos como monumentos funerarios en época romana.

Además de los de Gallegos, en la zona de Ciudad Rodrigo, entre otros, se han localizado los verracos siguientes: Burro de la Barrera ( Las Merchanas - Lumbrales), Burro de San Antón (San Felices de los Gallegos), La Yegua de Irueña (Fuenteguinaldo) y el de Ciudad Rodrigo (situado frente al castillo Enrique II de Trastámara o castillo de Ciudad Rodrigo).

Quizá el más famoso de todos es el que se conserva junto al puente romano de Salamanca debido a que aparece en la novela picaresca el Lazarillo de Tormes.

Y así me fui para mi amo, que esperándome estaba. Salimos de Salamanca, y llegando a la puente, está a la entrada della un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandome que llegase cerca del animal, y allí puesto, me dijo: "Lázaro, llega el oído a este toro, y oirás gran ruido dentro dél." Yo, simplemente llegué, creyendo ser ansí; y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome: "Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo", y rio mucho la burla. Paresciome que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba. Dije entre mí: "Verdad dice este, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer." Comenzamos nuestro camino y, en muy pocos días, me mostró jerigonza, y como me viese de buen ingenio, holgábase mucho, y decía: "Yo oro ni plata no te lo puedo dar; mas avisos para vivir muchos te mostraré." Y fue ansí, que, después de Dios, este me dio la vida y, siendo ciego, me alumbró y adestró en la carrera de vivir.

Ver verraco de Barquilla

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