Villar de Argañán

Combate de Villar de Puerco (actualmente Villar de Argañán)

Donald Horward (Ciudad Rodrigo y Almeida, dos asedios análogos, 1910) Plano del Combate de Villar de Puerco

(Transcripción del capítulo 9, páginas 250 a 269, del libro "Ciudad Rodrigo y Almeida, dos asedios análogos, 1910", de Donald Horward. Publicado en 1984 por la Diputación de Salamanca

Capítulo 9

El combate de Villar de Puerco y la caída del fuerte de La Concepción.

Después de la capitulación de Ciudad Rodrigo, se intensificó la actividad francesa de reconocimiento en la zona entre la plaza y la frontera portuguesa. Aunque el principal objetivo era observar e informar de cualquier cambio en la línea de puestos avanzados aliados, estas columnas también buscaron alimento y provisiones en los pueblos abandonados por donde pasaban. La mayoría de estas incursiones se realizaron sin incidentes notables. Pero en la mañana del 11 de julio tuvo lugar un pequeño, pero reseñable combate, entre una de las columnas del general Roch Godart y una sección de la División Ligera dirigida personalmente por Robert Craufurd.

Siguiendo la práctica de las tres o cuatro noches previas, el general Godart cursó órdenes a una columna al frente del coronel Armand para dirigirse hacia el río Dos Casas y reconocer el área junto al pueblo de Barquilla. Según esto, a las 2,30 de la mañana varios destacamentos de infantería y caballería avanzaron en esta dirección. Una pequeña unidad de 30 jinetes, seguida a cierta distancia de 30 infantes del 3º batallón del 22.° de Línea comandado por el capitán Gouache, marchó directamente a Villar de Puerco. Más lejos, en la retaguardia, el coronel Armand siguió el mismo camino con tres batallones de voltigeurs.

Entretanto, el general Craufurd, irritado por estas continuas incursiones, decidió tender una emboscada a una de las columnas francesas y desalentar futuras acciones en este sector. A medianoche, Craufurd envió una amplia sección de la División Ligera, concretamente dos batallones del 1º. de Húsares de la King’s German Legion, dos escuadrones del 16.° Ligero de Dragones y tres escuadrones del 14.°. Apoyados por cinco compañías del 95.° de Fusiles, dos compañías del 52.° de Peones y los portugueses del 3.° de Caçadores, avanzó silenciosamente hacia el río Dos Casas cruzándolo antes de las 2 de la madrugada. Prohibiendo hablar y fumar, Craufurd condujo cautelosamente sus tropas a una milla de Villar de Puerco, donde apostó cinco escuadrones de caballería en un barranco arbolado para esperar el curso de los acontecimientos. Otro escuadrón del 1º de Húsares, bajo el mando del capitán Gruben, fue ocultado en algunas alquerías entre Barquilla y Villar de Ciervo, para cortar cualquier retirada francesa; varios destacamentos del 14.° Ligero de Dragones fueron situados en diversos puntos de la zona donde se preveía el ataque. Las compañías del 95.° de Fusiles marcharon a un campo de maíz, detrás de una pequeña colina que domina Villar de Puerco, y ordeno que se tumbaran al tiempo que otras compañías del regimiento se establecían en las colinas cerca de Barquilla, apoyados por un destacamento del 14.° Ligero de Dragones. Tres compañías del 43.° de Peones fueron colocadas a cierta distancia detrás de los montes ya ocupados por la caballería de Craufurd. El 3.° de Caçadores se concentró en un vado del río Dos Casas, y la artillería montada de Ross permaneció en Castillejo de Dos Casas a tres millas de distancia, aproximadamente. El despliegue de Craufurd parecía estar preparado para cualquier eventualidad y prometía prosperar al amanecer si los franceses avanzaban otra vez a Villar de Puerco y Barquilla.

Los dragones franceses entraron en Villar de Puerco, todavía seguidos a cierta distancia por la infantería de Gouache. Justamente cuando los jinetes salían del pueblo por el camino a Barquilla, el general Craufurd avanzó sólo para reconocer el pueblo personalmente. Hacia las cuatro de la madrugada, divisó inmediatamente con claridad la caballería francesa en el camino de Barquilla. Volviendo rápidamente con sus tropas, decidió atacar enseguida sin avisar a la infantería y a la caballería porque las fuerzas francesas parecían poco numerosas. Dirigiéndose a Krauchenberg, Craufurd le ordenó cargar sobre los jinetes franceses con el 1º de Húsares, apoyados por el escuadrón del capitán Ashworth del 16.° Ligero de Dragones. Siguiendo las instrucciones de Craufurd de avanzar por el camino más directo a Villar de Puerco, los hombres encontraron serios obstáculos al pasar cerca del pueblo; la caballería se vio obligada a estirarse para pasar por un estrecho desfiladero entre rocas. Una vez pasado éste, Krauchenberg intentó formar a sus hombres para el ataque, mientras uno de los maestres de campo, el teniente coronel James Shaw-Kennedy, y el mayor de brigada William Campbell cabalgaban a la cabeza para localizar los jinetes enemigos. Continuaron galopando hasta divisar los dragones franceses pero se detuvieron al poco rato al ver la infantería de Gouache; su columna acababa de abandonar Villar de Puerco y se dejo de ver parcialmente debido a la altura del maíz. Enseguida regresaron junto a Krauchenberg; con esta información decidió atacar a la infantería francesa aunque era difícilmente visible entre los maizales y además el sol le daba de cara. Al mismo tiempo que Krauchenberg ordenaba la carga, un oficial del estado mayor instruyó, a su vez, a Ashworth para que formara su escuadrón de dragones en línea con los húsares y no detrás de ellos; de esta forma, cuando se realizó el ataque los hombres de Ashworth se extendieron demasiado a la derecha y apenas entraron en contacto con la escuadra francesa.

Mientras la caballería aliada cruzaba el desfiladero y comenzaba a bajar al galope sobre la infantería francesa, Gouache, secundado por el sargento Patois, “ formaron rápidamente” sus granaderos en escuadra con la mitad de la sección en una ligera elevación en medio de los maizales. “ Sin desorden ” se prepararon para recibir el impacto del 1º de Húsares dirigido por Krauchenberg. Cuando estaban a treinta pasos de la escuadra, Gouache ordenó a sus hombres hacer fuego por filas. Casi una docena de soldados y otros tantos caballos cayeron al amanecer abrasados frente a la escuadra en medio del polvo y del humo. El resto del escuadrón de Krauchenberg y los dragones de Ashworth giraron a la derecha y se lanzaron en persecución de los jinetes franceses cerca de Barquilla. Un segundo escuadrón del 16.° Ligero de Dragones al frente del capitán Bellis, que había estado en la retaguardia en el primer ataque, encontró serias dificultades en el paso del desfiladero. Como resultado de su ataque, llevado con poco orden y decisión, fue obligado a desviarse a la derecha de la escuadra; su gran velocidad lo llevó en dirección a Barquilla y a la caballería francesa. El desorden de este ataque resultó afortunado para los granaderos franceses que estaban recargando sus armas después del primer ataque. Una vez que tenían los mosquetes preparados, el exasperado Craufurd mandó llamar al teniente coronel Talbot, vestido con pantalones de mahón; le ordenó atacar junto con el escuadrón del capitán Thomas Brotherton y del 14.° Ligero de Dragones. Talbot condujo su caballería camino abajo por el desfiladero y atacó la escuadra, aunque difícilmente podía ver a los franceses en medio del polvo y del humo.

Los granaderos de Gouache esperaron sobre el suelo, agachados detrás de caballos y enemigos muertos o moribundos, hasta que los hombres de Talbot estuvieron encima de ellos. Se levantaron e hicieron una descarga; según el capitán Charles Cocks, quien tomó parte en el ataque, “ es imposible hacer justicia a la intrepidez de estos hombres. Hicieron la segunda descarga tan bien como la primera, derribaron a algunos con sus disparos y otros fueron bayoneteados ”. Dieciocho hombres recibieron disparos o fueron arrojados de sus caballos; los que lograron llegar a la escuadra se encontraron con las bayonetas y doce de ellas acabaron en el pecho de los caballos. El mismo Talbot recibió ocho disparos y además fue atravesado por una bayoneta; cayó muerto “ los pies de nuestros granaderos ” escribió Armand. De hecho, el caballo de Talbot se metió en la segunda fila de la escuadra pero los franceses lo agarraron. El comisario de Talbot, McCormick, también cayó mortalmente herido. Dispararon por detrás al caballo de William Campbell resultando éste ileso, y “ levantándose con dificultad logró escapar ”, gracias a que Gouache ordenó a sus hombres que no dispararan. Igualmente, Brotherton sucumbió a una yarda de la escuadra, al caer su caballo muerto sobre él. “ Era tanta la firmeza de los hombres que la componían [la escuadra] que nadie abandonó sus filas para matarle o capturarle ” aunque Brotherton «estaba completamente a su merced».

El resto de la caballería de Talbot se retiró en escalones por pelotones, mientras Craufurd preparaba un nuevo ataque. El teniente coronel Arentschildt, al mando de otro escuadrón del 14.° Ligero de Dragones recibió órdenes de atacar la escuadra francesa a la vez que tres compañías del 43.° de Peones fueron llamadas de la retaguardia. Entretanto, varias compañías del 95º de Fusiles escondidas en un campo de maíz detrás del montículo se les ordenó “ que se alinearan rápidamente y marcharan a paso ligero ”. Corrieron por el campo y subieron a una colina donde contemplaron Villar de Puerco y vieron el rechazo de Talbot por la escuadra francesa. Pero ellos estaban demasiado lejos para entrar inmediatamente en batalla.

Cuando Arentschildt preparaba el avance contra la escuadra francesa, descubrió varios destacamentos de caballería, que creyó que eran franceses avanzando por el campo de batalla; uno bajaba por el camino de Barquilla, el segundo por el camino de Valdespino, y el tercero por la ruta de Gallegos. El galopó para interceptarlos hasta darse cuenta de que eran el 1º de Húsares de Gruben, el 14.° Ligero de Dragones de Butler y una de las unidades de caballería que habían tomado parte en la persecución de los jinetes franceses. Al tiempo que descubrió el error, las tropas de Gouache se retiraron cautelosamente a Sexmiro mientras el coronel Armand avanzaba con tres batallones de voltigeurs para apoyarle. Craufurd comprendió que otro ataque más a la infantería de Gouache seria inútil. Ordeno a sus hombres comenzar la penosa tarea de recoger sus muertos y heridos. Más de 30 jinetes habían muerto o habían sido gravemente heridos, perdiéndose también 30 caballos en el campo de batalla. Del lado francés, 31 jinetes que precedían a la infantería fueron capturados y obligados a deponer sus armas. La extraordinaria defensa de Gouache, sin la pérdida de un solo hombre contra una fuerza mucho más superior mereció el elogio por parte de ambos contendientes, concediéndole un ascenso y a su sargento la Legión de Honor.

Ciertamente, Masséna y Wellington alabaron la valentía y disciplina del capitán Gouache y de sus granaderos, pero había muchos en el ejército inglés que buscaron una cabeza de turco para su fracaso. Según el jefe de la caballería aliada, el general Stapleton Cotton, “informes infundados y maliciosos circularon acerca del mal comportamiento del 16.° de Dragones en el combate del 11 de julio en el pueblo [sic] de Puerco”. Se sugirió una investigación por parte de varios oficiales, pero Wellington intervino para desterrar la controversia. Respecto a la aparición de varias unidades aliadas de caballería cuando Arentschildt se disponía a atacar la escuadra, Wellington indicó que “el 16º. no tiene nada que ver con esta confusión... La infantería francesa parece haberse comportado ejemplarmente y probablemente estaban tan bien situados que ningún esfuerzo de la caballería les hubiera obligado a cambiar su posición. No sería justo realmente abrir una investigación sobre la conducta del 16.° [de Dragones] en ese asunto”. Una semana más tarde escribió a Craufurd: “ He estado muy enfadado por las ridículas conversaciones, e informes y cartas privadas sobre el 16.° Ligero de Dragones. Parece que se han dejado llevar por el espíritu y presteza característicos de los soldados, pero les faltó inteligencia, frialdad y orden, cualidades que pueden ser adquiridas solamente con la experiencia”. Sin embargo, Wellington expresó asombrado a Craufurd. “Sólo puedo decir que no he visto nunca un ataque de nuestras tropas en que hayan ocurrido desastres y errores similares, en el que no hayan sido dadas órdenes por parte del comandante de las tropas y en el que se produjeran tales fallos y desastres”.

De igual modo, asombrado por los resultados de la batalla. Charles Vane, general adjunto del ejército, comentó: “el que 600 dragones ingleses hubieran sido desbordados por 200 infantes franceses era una circunstancia que nadie parecía capaz de explicar”. El mismo Craufurd estaba desconcertado por este suceso y escribió a su esposa lamentando los resultados, que fueron “acompañados de algunas circunstancias angustiosas”. Sin embargo, muchos oficiales de la División Ligera y de todo el ejército fueron más allá con su crítica y atribuyeron la responsabilidad del fracaso directamente a Craufurd. George Simmons del 95.° de Fusiles resumió su actitud en su diario: “Nuestro sabio general tenía a su disposición al 14.°, 16.°, la Ligth German Legion, la artillería montada y siete compañías de infantería, pero permitió que esta pequeña partida de franceses se escapara tan vergonzosamente de nuestras manos”. Un oficial del 16.° de Dragones se quejó diciendo que “ nunca un asunto fue tan mal dirigido” y Wellington en una carta confidencial a su hermano William Wellesley-Pole, dudó de la actitud de Craufurd en Villar de Puerco pero se contuvo de criticarle en público. Si hubiera hecho eso, podía haber evitado Craufurd su decisión de atacar a los franceses en el río Cóa casi dos semanas después. En cualquier caso, las preocupaciones y quejas momentáneas por el combate de Villar de Puerco fueron olvidadas pronto con las continuas incursiones francesas más allá del río Dos Casas.

Para mantener la presión sobre el ejército aliado y contener sus movimientos, Masséna ordenó a Ney el 12 de julio llevar el 6.° Cuerpo a la margen derecha del Azaba. Ney debía extender su flanco derecho a Marialba y el izquierdo a Aldea Nueva de Azaba con grandes destacamentos desplegándose hasta Espeja y Gallegos. Masséna comentó: “ Creo que es beneficioso recomendar que tus reconocimientos vayan lo más lejos posible al frente y a tu izquierda con el objeto de observar al enemigo y obtener noticias fidedignas de sus movimientos”. A la mañana siguiente Loison condujo la brigada de Simon hacia Marialba y Palacios. La brigada de Ferey avanzó a Carpio con columnas de reconocimiento bajando por el camino, a dos millas más allá de Gallegos. Apoyado por la caballería de Trelliard, el despliegue de Loison se extendió desde más abajo de Sexmiro hasta el norte, en línea circular pasando por Espeja, y desde Aldea Nueva de Azaba a Carpio, situado al sur. Durante la ocupación de estas posiciones, Loison y su estado mayor se mostraron intranquilos por las chocantes inexactitudes del mapa López del cual dependían, “puesto que sus localizaciones de pueblos y otras posiciones no existen en la realidad. Gallegos está representado al norte de Espeja y está en realidad al este. Fuentes de Oñoro, representado en ángulo recto con Gallegos y Espeja, está situado casi en línea recta al noreste de estos dos pueblos”. Poco podía hacerse para corregir esto sin una detallada inspección del terreno a cargo de Pelet y de otros ingenieros topográficos del estado mayor de Masséna, pero el poco tiempo disponible hacía esto inviable.

Además de determinar la situación exacta y los movimientos del ejército aliado, se ordenó a Loison asegurar firmemente su división “ detrás del Azaba durante el tiempo necesario para impedir un avance enemigo sobre Ciudad Rodrigo y para que las divisiones de Marchand y Mermet, así como la reserva de dragones del general Montbrun, pudieran tomar parte en la batalla si esta se generalizaba”. Loison desplegó con cautela su infantería y caballería para cumplir las órdenes específicas prescritas por Ney y Massena. El 15º Leger fue apostado a la izquierda de Gallegos; un destacamento de chasseurs de siege estaba situado en los bosques delante del pueblo; el 3.° de Húsares adoptó una posición detrás de él y una compañía de voltigeurs fue alojada en las dos iglesias de la calle principal. El 32.° de Línea, unido al ala derecha del 15.° Léger, ocupó una posición al frente y a la izquierda del cuartel general de Trelliard en Carpio; el 23.° de Dragones fue apostado al sur en dirección a Espeja. Una segunda línea de posiciones incluía la Legión Hannoveriana en el puente del Azaba y puestos en los altos de Sexmiro, el 26.° de Línea en Marialba, la Légion du Midi en Palacios con el parque de artillería, el 15.° de Dragones a la derecha de Carpio y el 66.° y 82.° de Línea en Hincapié. Salieron patrullas desde las líneas francesas mientras se construían algunos atrincheramientos en lugares apropiados. El maestre de campo de Ney, Sprünglin, y un destacamento de chasseurs de siége fueron asignados para dar la alarma a lo largo de los puestos avanzados en caso de que los aliados estuvieran realizando una “gran maniobra”.

Para apoyar el despliegue de Loison, Ney ordenó a Mermet establecer puestos en la ribera izquierda del águeda cerca de la cabeza de puente y del vado del Loro. Se mantendrían puestos intermedios durante todo el trayecto a Palacios. Si Loison fuera atacado, la división de Mermet subiría a las colinas, detrás de Palacios, sin esperar nuevas órdenes. Igualmente, a Marchand se le encomendó asegurar la plaza de Ciudad Rodrigo y sus alrededores, especialmente el monasterio de La Caridad. Según esto, el 6.° Léger ocupó el arrabal de Santa Marina en la isla del águeda y situó puestos desde Manzano a Fuente Guinaldo; el 69.° de Línea fue apostado en La Caridad y en el puente; la brigada de Marcognet guarneció Ciudad Rodrigo, donde fue establecido el parque de artillería del 6.° Cuerpo. La caballería separada de la división de Loison fue situada en varios pueblos, incluyendo Tamames, Alba de Yeltes y Cabrillas. La compañía de artillería adscrita al 6.° Cuerpo acampó cerca del 69.° de Línea, que estaba en La Caridad. Por último, se organizaron los depósitos de provisiones para la división de Loison en Ciudad Rodrigo y los de las divisiones de Marchand y Mermet en La Caridad.

Para apoyar los nuevos despliegues del Cuerpo de Ney, Masséna dio órdenes a Junot, de avanzar sus tropas para disuadir a Wellington de cualquier ataque. La división de Solignac ocupó una posición entre Vitigudino y Ledesma con un puesto intermedio en el puente de Yecla. El ala izquierda de la división de Clauzel fue situada en San Felices el Chico y el ala derecha en San Felices de los Gallegos para formar un enlace con las tropas de Loison en Marialba. Por lo tanto, el ejército de Masséna fue desplegado con eficacia para proteger Ciudad Rodrigo y resistir un avance del ejército de Wellington.

Incluso antes de que Loison hubiera acabado sus despliegues el 14 de julio, le llegaron nuevas órdenes de Ney para efectuar una operación de reconocimiento a la mañana siguiente, temprano. Por tanto, a las 4 de la mañana del 15 de julio Loison, acompañado por los generales Ferey y Trelliard, condujo el 25.° de Dragones por Aldea Nueva de Azaba hacia Espeja; debía determinar la eficacia de las posiciones adoptadas por sus regimientos entre Fuentes de Oñoro, Espeja> y Gallegos. En Fuentes de Oñoro sus dragones encontraron y persiguieron un puesto inglés de unos 40 jinetes. Avanzando al norte hacia La Mimbre, Trelliard encontró otro puesto inglés de caballería, pero estaba tan bien protegido por un profundo e impenetrable barranco que se retiró a Gallegos. Simultáneamente, Simon, efectuando un reconocimiento sobre La Concepción, cruzó Sexmiro, Martillán, Villar de Puerco y Barquilla y llegó hasta menos de dos millas del fuerte. Según algunos campesinos españoles, no se había hecho nada por reparar las brechas abiertas en 1808 en dos bastiones de La Concepción cuando los franceses evacuaron el fuerte; este rumor dio rienda suelta a la especulación y a la esperanza de que el fuerte estaría indefenso. Además, el servicio de inteligencia indicaba que los británicos se habían retirado de Alameda, Espeja y Fuentes de Oñoro; excepto unas cuantas patrullas esporádicas, la línea principal del ejército de Wellington se había retirado a Guarda, en el sur, a Almeida, en el centro, con una vanguardia en Vale da Mula, y a Pinhel, en el norte.

Durante la visita de Loison a Gallegos, dos plenipotenciarios ingleses, el mayor Charles Napier y el capitán Cotton, llegaron a los puestos del pueblo para anunciar la llegada de dinero y cartas enviadas por los oficiales capturados en Barquilla el 11 de julio; también llevaron una carta de saludo de Craufurd a Masséna. Les vendaron los ojos y les condujeron al cuartel de Loison, donde entraron en una discusión sobre la conquista de Ciudad Rodrigo y las quejas españolas por el abandono británico. Según Loison, un inglés comentó que el ejército británico era cauto al comprometerse en una causa extranjera, sobre todo porque una determinada acción contra fuerzas superiores arriesgaría el destino de Portugal. Loison, descrito por Napier como “un tipo de mirada salvaje, pero... muy amable”, propuso una apuesta de 500 luises de oro a que Wellington no lucharía para salvar Almeida. Cuando Napier se preparaba para salir, pidió a Loison que “mostrara (a Ney) gratitud en su nombre por el amable tratamiento que recibió de él cuando estuvo prisionero en La Coruña” Los ingleses regresaron a las avanzadas francesas sin vendas “pero se les hizo galopar a gran velocidad”. Este era un caso frecuente entre los dos ejércitos en guerra. Esta información fue enviada a Ney y la fachada de humanitarismo encubría la brutalidad de la contienda.

El 17 de julio una columna del 3.° de Húsares y 50 carabineros cruzaron Alameda. Divisaron cerca un puesto enemigo de 40 hombres y poco después vieron dos escuadrones de caballería aliados, pero no tuvieron lugar escaramuzas. El mismo día dos columnas del 25 de Dragones se dirigieron a la frontera portuguesa; una columna se encontró con 50 jinetes británicos en Fuentes de Oñoro y la segunda, marchando a la izquierda de Espeja hacia Nova de Avel, avistó 30 jinetes aliados, pero no entraron en combate estas fuerzas. Sin embargo, se supo que Craufurd había establecido puestos en Vilar Formoso y Sáo Pedro do Río Seco, y que la vanguardia del ejército ocupaba Vale da Mula.

En la mañana del 19 de julio se llevaron a cabo misiones de reconocimiento a lo largo de la línea francesa. Se envió una columna a Barquilla para atacar un puesto británico de unos 20 hombres, pero un soldado francés alertó a los del puesto y luego desertó. Alameda fue reconocida de nuevo y vieron 30 jinetes enemigos en un barranco, más allá del pueblo. Otra columna de 50 dragones avanzó a las 4 de la mañana a Fuentes de Oñoro, que estaba temporalmente ocupado por 60 jinetes británicos. Estos se retiraron después de que se hiriera a un soldado y tres caballos. Los franceses también sufrieron una baja en la refriega. Finalmente, una Columna marchó a Puebla de Azaba, pero no encontró rastros del enemigo.

En la mañana del 20 de julio salieron nuevas columnas de reconocimiento, pero no vieron patrullas enemigas; sin embargo, informaron que circulaban rumores entre los campesinos de que los ingleses estaban realizando un movimiento de retroceso. De hecho, todos los informes de reconocimiento, así como la información reunida por agentes franceses, confirmaron el escrito enviado por el general Reynier, acampado cerca del Tajo, de que los ingleses estaban realizando dicho movimiento. Consecuentemente, Masséna ordenó a Ney “dirigir un exhaustivo reconocimiento sobre Almeida tratando de evitar cualquier conflicto. Toma 5.000 ó 6.000 hombres, la caballería que creas necesaria y envíales muy cerca de Almeida”. Masséna razonó: “ Quizá al ver que llegas dirigiendo estas columnas piensen que todo el ejército está avanzando y decidan entregarte la plaza”.

Ney transmitió a Loison las órdenes de Masséna el mismo día, y esa noche 3.000 soldados de infantería de las brigadas de Simon y Ferey fueron reunidos en Gallegos con la caballería de Trelliard y un destacamento de artillería ligera para esta misión. El resto de los regimientos de infantería y la artillería de la división fueron desplegados del siguiente modo: la artillería se dirigió a las colinas que dominan el puente de Marialba; cuatro compañías de la Legión Hannoveriana y el resto de la infantería de Simon eligieron una posición entre Gallegos y Villar de Puerco; y las tropas de Ferey adoptaron una línea entre Gallegos y Alameda. Después de que habían concluido todas las disposiciones preparatorias, Loison dejó el campamento a las 2 de la mañana, marchando hacia La Concepción con casi 5.000 hombres. Pasando por Villar de Puerco llegaron a Castillejo de Dos Casas donde habían sido establecidos puestos británicos del 14.° Ligero de Dragones. Se ordenó a Trelliard barrer ambos flancos del pueblo, al mismo tiempo que los chasseurs de siége, apoyados por 1.500 hombres de la infantería de Simon, marchaban enseguida a Aldea del Obispo donde los puestos aliados se preparaban para reagruparse. Mientras tanto, el 23.° de Dragones, 1.500 infantes de la brigada de Ferey y la artillería ligera se detuvieron en los altos detrás de Castillejo de Dos Casas para apoyar el avance. «Estos diferentes movimientos”, según Loison, “fueron ejecutados con precisión y el general Trelliard desconcertó a la caballería inglesa que pretendía defender la planicie donde estaba enclavada La Concepción”. Loison fue advertido por varios campesinos de que La Concepción, defendida por dos batallones portugueses de infantería, había sido minada y sería abandonada y volada cuando atacaran los franceses. Por tanto, antes de las 5 de la mañana se dirigió lo más rápidamente posible por Aldea del Obispo y Castillejo de Dos Casas y cruzó el río Dos Casas.

A pesar de que la muralla y el perfil de La Concepción eran difícilmente visibles a causa de su excelente glacis, la caballería e infantería de Loison subieron rápidamente la colina hacia el fuerte. No hay duda de que Loison esperaba que su vanguardia obligaría a la guarnición a abandonar el fuerte, que sabía por experiencia personal que era realmente formidable. Mientras estaba siendo reparada La Concepción, Wellington cambió varias veces su estrategia con respecto al fuerte. El 28 de mayo había ordenado al comandante de éste: “Defiende la plaza hasta el último extremo y estate seguro que serás socorrido”. Cinco días más tarde modificó sus planes para que La Concepción pudiera ser evacuada y volada. Así pues, mientras el capitán Burgoyne dirigía la reparación del fuerte, también Wellington supervisó el enterramiento de las minas en los dos bastiones intactos. A mediados de junio, Wellington revisó otra vez su esquema del fuerte de La Concepción, escribiendo a Craufurd: “He ocupado La Concepción con vistas a poder liberar Ciudad Rodrigo y cubrir tu retirada hacia Almeida si te vieras obligado a ello... Por las fuerzas del enemigo a nuestro frente, de las que tenemos verdadero conocimiento, es casi seguro que si tuvieras que retirarte de tu posición en Gallegos, sería inútil ocupar La Concepción”. Tres días después escribió de nuevo a Craufurd con instrucciones precisas: “Mantendrás tu guardia frente a Almeida hasta que seas amenazado por un ataque de fuerzas superiores, y cuando te retires del fuerte de La Concepción vuélalo”.

Por consiguiente, mientras se reparaban las brechas y los parapetos levantados en los bastiones afectados, se vaciaron barriles de pólvora en las casamatas de la cortina contigua a los bastiones minados. Casi seis toneladas de pólvora fueron amontonadas en barriles en cada una de las cuatro medialunas, dos toneladas de pólvora en seis barriles fueron alojadas en el arco central del reducto y tres toneladas en 90 barriles colocadas en dos casamatas del blocao. “Ocurren frecuentemente accidentes en las galerías”, escribió Burgoyne, “por la inexperiencia de la gente empleada, quienes no son artificieros; la tierra poco firme a menudo cae en cantidades tales que después cuesta mucho tiempo limpiar el lugar, a veces un día entero”. Además, las ruinas de los edificios vecinos demoraban la labor de colocación de minas. No obstante, cuando Wellington llegó el 26 de junio a examinar el progreso de los trabajadores, Burgoyne se estaba preparando para cargar y cebar varias minas. El 4 de julio “todo estaba preparado en el fuerte para la evacuación”, según Burgoyne. El 9.° de Línea portuguesa, una batería portuguesa de artillería del calibre seis y cuatro compañías del 45.° de Peones fueron retiradas de La Concepción y ordenadas reunirse cerca de Pinhel con la 3ª División de Picton. Una semana después, tres compañías de Caçadores portugueses en tareas de piquete en el fuerte fueron sustituidas por diez jinetes del 14.° Ligero de Dragones para defender la puerta y proteger las minas. Además, dos compañías del 95.° de Fusiles sirvieron en períodos alternos en La Concepción hasta la mañana del 21 de julio en que los franceses avanzaron sobre el fuerte.

Como el 25.° de Dragones de Loison y el 3.° de Húsares seguidos por la infantería, avanzaban rápidamente subiendo la colina hacia la plataforma de La Concepción después de cruzar el Dos Casas, la caballería británica se retiró. El capitán Brotherton del 14.° Ligero de Dragones envió un hábil jinete llamado Wainman a informar a Burgoyne en La Concepción “que nos estábamos retirando a toda prisa y que no había tiempo que perder”. Las minas explotaron a las 4,45 de la mañana. Explosionaron con un ensordecedor estruendo arrojando escombros por todos los lados; varios soldados y caballos del 14.° Ligero de Dragones, todavía en la plataforma cerca del fuerte, murieron a causa de la explosión. Sin embargo, Burgoyne, viendo volada una parte del fuerte y teniendo noticias de la destrucción de la otra parte, expresó satisfacción por los resultados de las detonaciones. Loison afirmó que la rapidez de su maniobra, había forzado a los ingleses a evacuar el fuerte antes de que todas las minas hubiesen sido colocadas debidamente; tres permanecieron intactas.

De acuerdo con las órdenes de Ney, Loison, ahora en posesión de La Concepción y de la altiplanicie, ordenó a sus tropas bajar por la suave pendiente hacia el río Turones y Vale da Mula, a menos de una milla de distancia y visible desde cualquier punto. El 95.° de Fusiles, apoyado por lo que según los franceses eran uno 600 jinetes en el camino a Almeida, intentó apoderarse de la ribera oeste del Turones y detener el avance francés, pero fueron dispersados y obligados a retroceder por Vale da Mula. Trelliard, Con el 3º de Húsares rastreó los alrededores del pueblo, mientras que los chasseurs de siege, apoyados por la infantería de Simon, avanzaron desde el río y luego bajaron por la calle principal expulsando al 14º Ligero de Dragones ingleses. Craufurd, confiando en Contrarrestar el avance de Loison, ordenó que acudieran varias compañías del 95.° de Fusiles situados en Junça, pero pronto se demostraría obviamente que los franceses ya habían invadido el pueblo.

Al mismo tiempo varias unidades de la caballería británica avanzaron por el camino de Sao Pedro do Río Seco y por el de Vale de Coelha, movimiento que parecía poner en peligro los flancos franceses. Loison ordenó inmediatamente al 15.° de Dragones, apoyado por la infantería, que avanzara por el camino hacia Sao Pedro do Río Seco y Junça. El 3° de Húsares adoptó una posición entre Vale de Coelha y Almeida apoyado por el 15.° de Chasseurs á cheval y la infantería. Comprendiendo que el despliegue de Loison cortaría en definitiva su retirada, las tropas de la División Ligera retrocedieron hacia Almeida. Como la retirada británica continuaba, parecía como si estuvieran preparándose para un contragolpe contra el 15.° de Chasseurs á cheval y facilitar así la retirada de una de sus unidades de caballería imprudentemente colocada en el flanco francés. Trelliard dispuso un destacamento del 3.° de Húsares y el 15.° de Dragones para frustrar el ataque británico. Consecuentemente, el 14.° Ligero de Dragones comenzó de nuevo su retirada hacia la Ribeira dos Alvercas, dejando atrás algún infante que sería matado posteriormente. Entretanto, Craufurd concentraba el 16.° Ligero de Dragones, un escuadrón del 1º de Húsares y la artillería montada de Ross en tres columnas, apoyados por la infantería en un barranco entre Almeida y Vale da Mula. Avanzó, “más bien con audacia”, hasta que Trelliard desplegó su caballería para prevenir cualquier contraataque. Dejando sus piquetes a lo largo del Alvercas, Craufurd retiró sus tropas al glacis de Almeida. Los franceses, mientras tanto, se retiraron del Alvercas a un barranco entre este arroyo y Vale da Mula, terminando la maniobra a las 10 de la mañana aproximadamente.

Los franceses se retiraron a Vale da Mula y al río Turones, donde se desplegaron según órdenes de Ney. Los chasseurs de siége, el 15.° Léger, el 3.° de Húsares y el 15º de Chasseurs a cheval ocuparon Vale da Mula durante el día, pero por la noche se retiraron al otro lado del Turones. Los chasseurs de sige ocuparon La Concepción, apoyados en la planicie por el 3.° de Húsares. El 13º Léger y un destacamento de Húsares acamparon en Aldea del Obispo y el 13.° de Chasseurs a cheval, protegido por tres piezas de artillería, fue situado en una zona alrededor de Castillejo de Dos Casas, que alojaba a la Légion du Midi. El resto de la brigada de Simon y el 13º de Dragones, con tres piezas de artillería ligera, se retiraron a Barquilla; el resto de la brigada de Ferey y el 25.° de Dragones se dirigieron a Villar de Puerco dejando puestos en Alameda para no perder el contacto con la división del general Mermet. Del mismo modo, cada una de estas unidades estableció puestos intermedios con sus fuerzas vecinas.

Así, cuando el 21 de julio llegaba a su fin Loison había cumplido las órdenes de Ney a la perfección. Sus tropas habían marchado en la oscuridad seis millas hacia Castillejo de Dos Casas, donde encontraron el primero de los puestos enemigos; empujando y expulsando a las tropas británicas de varios pueblos, se apoderaron del magnífico fuerte de La Concepción, luego cruzaron cinco ríos, salvando varias dificultades hasta llegar a cuatro millas de Almeida. Sin embargo, Wellington parecía inmutable y su carta a Charles Stuart lo atestigua:
“ No hay nada nuevo. El enemigo no ha realizado movimientos de importancia en estos últimos días, excepto un exhaustivo reconocimiento el día 21, que indujo al general Craufurd a volar La Concepción y a reunir su vanguardia cerca de Almeida”. Quizá, si Wellington se hubiera parado a pensar cuidadosamente las implicaciones del avance francés y el despliegue y fuerzas del exhaustivo reconocimiento de Loison, que constituía, de hecho, una batida de trece millas de ancho y un avance de las líneas francesas de siete millas, hubiera adoptado medidas mas serias tendentes a reforzar, o mejor, retirar, la División Ligera detrás del río Cóa. Craufurd parecía, incluso, menos preocupado que su comandante en jefe, aunque sus piquetes enviaban constantemente informes describiendo la concentración de tropas enemigas frente a sus puestos. Dos días después, la División Ligera pagaría cara esta negligencia.  

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