Pueblos Campo de Argañán

Alameda de Gardón: Lugares de enterramiento

Hasta 1833 los muertos se enterraban en la Iglesia. La última persona enterrada en ella fue un gallego llamado Antonio, de apellido desconocido y desconocido también si estaba casado o soltero. Había fallecido el 9/4/1833.

Los tres muertos siguientes, y solo ellos, fueron enterraron en la Ermita del Santo Cristo, siendo Manuel Patiño el primero de ellos; este falleció el 25/7/1833 y su esposa era Manuela Hernández. La siguiente persona enterrada en esta Ermita fue Jerónimo, hijo de Candido Pedraza y Francisca, había fallecido el 1/9/1833. La tercera y última fue Francisca Sardiña, viuda de Cosme Manzano y que falleció el 23/11/1833.

La primera persona enterrada en el cementerio fue ¿Lesmes? Vicente; murió el 9/1/1834 y era viuda de Andrés Corchete. La segunda fue una niña (párvula) llamada Escolástica, hija de Basilio González y de Juliana Hernández.

Los brotes epidémicos y de cólera de finales del XVIII y principios del XIX se consideraron debidos a los cadáveres enterrados en las iglesias

La cédula emitida por Carlos III, el 3/4/1787, contemplaba la erradicación de los cementerios parroquiales en las iglesias por insalubres.
El 1/11/1813 las Cortes promulgaron una orden en la que se advierten las infracciones y establecen el plazo de un mes para el establecimiento de cementerios provisionales a la espera de construir los definitivos, fuera del entramado urbano y en lugar apropiado, elevado y ventilado.
El 2/11/1828 se promulgo una real orden en la que se prohibió inhumar en el interior de las iglesias, a excepción de religiosos, obispos y arzobispos.
El 19/9/1865 se volvió a dictaminar una Real Orden que fue reiterada por otra promulgada el 6/8/1867 dirigida a los gobernadores de las provincias. (Nota 1)

Hay que tener en cuenta que en esos años, el pueblo no se creía enterrado en lugar sagrado si no era dentro de los templos. Lo que para los monarcas ilustrados era un problema de salud publica, para la sociedad era una alteración de la tradición cristiana.

A principios de 1805 el mal olor derivado del elevado número de cadáveres enterrados sería objeto de quejas del vecindario de la catedral. Los médicos dictaminaron que los enterramientos en la Seo eran perjudiciales para la salud pública y que convenía que se pusieran braseros con ollas de vinagre y espliego para purificar el aire, teniendo además abiertas las puertas algunas horas y tapando los agujeros y rendijas de las sepulturas con cal.

A pesar de la insistencia de las autoridades del Hospital de la Pasión de Ciudad Rodrigo y de los obispos de Ciudad Rodrigo y Salamanca, no se consiguió un cementerio provisional hasta el 17/4/1805 en que el Ayuntamiento eligió unos terrenos junto al convento de San Francisco. A continuación, para el cementerio definitivo (el actual), se eligieron unos terrenos en el camino que lleva a las viñas de Terralba que comenzó a funcionar el 20/7/1805.

También datan de 1805 los cementerios de Lumbrales, Robleda y Barruecopardo.

Señalar que la gente era reticente a este cambio. Entendían que, alejados de las iglesias, conventos y sus alrededores, los cuerpos de sus parientes no descansarían en tierra sagrada. (Nota 2)


Notas:

1: Historia y arte en el cementerio de Calahorra por Miguel ángel Alcalde Arenzana

2: Aspectos médicos sanitarios de la guerra de la Independencia en Ciudad Rodrigo (1808-1814) por Raúl Velasco Morgado

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